A principios de este mes de abril, el ministro de industria argelino, M. Bacha, durante una visita a la zona industrial de Berrahal, anunció la continuación del centro de producción que inició en 2017 la empresa ETRHB del condenado por corrupción Ali Haddad, sobre unos terrenos de más de 130 ha., hoy hipotecados por orden judicial, y con importantes ayudas públicas. Los trabajos se paralizaron en 2019 cuando “el proyecto estaba al 75 % de avance” y los equipos se amontonan en el puerto de Annaba desde hace dos años en grave proceso de deterioro. De ahí que el ministro manifestase que “corresponde al estado encontrar la mejor fórmula para su relanzamiento”.

Se han iniciado contactos con los socios del proyecto, con unos costes de realización presupuestados en 400 millones USD, que generaría 2.000 puestos de trabajo para producir 850.000 toneladas anuales de acero para hormigón.

Esta producción vendría a sumarse a la del complejo siderúrgico de Bellara, de la empresa pública económica AQS (argelo-quatarí), puesta en marcha en febrero de este año con una plantilla de 1.500 trabajadores y una capacidad de 1.5 millones de toneladas anuales. Otra central siderúrgica es la turco-argelina Tosyali Algérie en Oran, con una plantilla de 4.000 empleados que entró en funcionamiento en 2013, con la ambición “de cubrir el 70 % de las necesidades del mercado argelino”.

Argelia cuenta también con el complejo siderúrgico público de El Hadjar, que cuenta con una plantilla de 4.500 trabajadores, esta planta, que entró en producción en 1.969, tiene una capacidad de producción de 4 millones de toneladas, pero nunca alcanzó el 1.5 y en los últimos años escasamente las 600 toneladas. Con un funcionamiento irregular desde hace años, es un auténtico sumidero de dinero público y un constante foco de conflictividad laboral, lo que no parece desanimar al señor ministro de industria.

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